Una creciente cantidad de investigaciones descubre
que la capacidad de un niño para hacer frente de manera constructiva a los
altibajos de la vida juega un papel clave en su éxito académico y social.
Saber cómo regular nuestras emociones incluye ser capaz de tolerar
sentimientos difíciles como la desilusión; entendiendo cómo buscar apoyo
social cuando lo necesitamos; y saber cómo reaccionar adecuadamente en
diversas situaciones sociales. Estas habilidades pueden conducir a un
mejor comportamiento en el patio de recreo, un mejor enfoque en el aula y la
capacidad de resolver conflictos de manera constructiva.
Los padres son críticos para desarrollar y modelar estas
habilidades para sus hijos, pero a muchos adultos nunca se les enseñó los
conceptos básicos de la inteligencia emocional. En cambio, pueden haber
heredado un legado de estrategias de afrontamiento poco saludables, como
gritar, reprimir o evitar, y ahora corren el riesgo de transmitir esos patrones
emocionales a sus hijos.
¿Por
qué los padres deberían preocuparse por el "EQ" de sus hijos, no solo
por su IQ?
Pensar en nuestras emociones no significa obsesionarse con cada
estado de ánimo o desagrado. Más bien, significa que tiene las
herramientas para superar los momentos difíciles, aprender de ellos y
superarlos de manera saludable. Estas habilidades se pueden enseñar, y
nunca es demasiado tarde para aprenderlas.
En el nuevo libro de Brackett, "Permiso
para sentir: desbloquear el poder de las emociones para ayudar a nuestros
niños, a nosotros mismos y a nuestra sociedad a prosperar", describe el enfoque de REGLAS (Reconocimiento,
comprensión, etiquetado, expresión y regulación de las emociones), una
estrategia desarrollada por investigadores en el Centro de Yale para
Inteligencia Emocional. Este método se ha implementado en más de 2,000
escuelas y ha ayudado a miles de familias a identificar sus emociones y responder
a esos sentimientos de manera saludable y productiva. Los cinco pasos que
los padres pueden tomar para practicar estas habilidades en casa.
Reconoce las emociones
La inteligencia emocional comienza aprendiendo a reconocer con
precisión las emociones en nosotros mismos y en los demás.
El primer paso es darse cuenta de que está en este estado
emocional, y ser consciente de cómo estás reaccionando.
Comprende la fuente
Trate de llegar a la
causa subyacente de la emoción sin saltar a suposiciones.
Haga preguntas que vayan más allá de lo que se dice: “¿Por qué
crees que te sentiste así?”
Por ejemplo, si un niño se queja de que algo es injusto, entonces
es probable que sienta enojo. Si un niño está luchando con expectativas no
satisfechas, entonces es probable que esté lidiando con la decepción.
Rotúlalos con precisión
Poseer un vocabulario matizado y específico sobre las emociones,
se ha encontrado que es su propia forma de regulación. Indique a los niños
que vayan más allá de simples etiquetas como triste o enojado. ¿Están
molestos, decepcionados o frustrados? Poder describir con precisión cómo
nos sentimos es una forma importante de satisfacer nuestras necesidades.
Exprésalos
Hay un sesgo en nuestra sociedad hacia mostrar emociones positivas
y suprimir las negativas. Pregúntese si está expresando regularmente una
amplia gama de emociones, incluso las más difíciles, como la frustración y la
culpa, frente a sus hijos. Cuando los padres son honestos sobre sus
sentimientos (dentro de lo razonable), también les da permiso a los niños para
expresar sus emociones libremente.
Regula las respuestas
La regulación emocional es el más desafiante de los cinco pasos y
el más exigente cognitivamente. Para los padres de niños pequeños, se
sugiere introducir el "diálogo interno positivo" como una estrategia
útil para hacer frente en momentos difíciles. Por ejemplo, cuando se
siente frustrado, un padre puede decir en voz alta: “¡Papá puede hacer
esto! Primero, voy a tomar un respiro para calmarme”. Para los
adolescentes, enseñarles cómo replantear las situaciones negativas a través de
una lente más positiva puede ser una estrategia útil (" Tal vez ella fue
breve contigo porque estaba estresada por las pruebas?”).
Como saben los padres, no es lo que decimos sino lo que hacemos lo
que más importa. Incluso los adultos de modales moderados pueden tener
dificultades para controlar las emociones cuando están cansados o
abrumados. Cuando las emociones se están agotando, los padres pueden tomar
un "meta-momento". Eso implica presionar el botón de pausa, tomar un
respiro para ralentizar nuestra respuesta de lucha o huida y luego preguntar:
¿Cómo respondería mi "mejor yo"? ¿En esta situación? En otras
palabras, ¿cómo respondería un padre ideal, uno amable, cálido y paciente, en
este momento? Un ejercicio útil para definir tú mejor yo es avanzar 20
años y pensar cómo quieres que tus hijos te recuerden. Luego pregúntese si
se está ganando esa reputación en casa.
"Responder a través de la lente de nuestro mejor yo nos ayuda
a elegir estrategias más útiles". De hecho, agrega: "Solo pensar
en nuestra reputación puede llevarnos a comportarnos de una mejor manera que de
otra manera".
Los mejores ejercicios para uno
mismo también funcionan para los niños. Los niños pueden pensar en
adjetivos o incluso en una imagen de quién es su mejor yo en el aula, en el
patio de recreo o con sus hermanos, y luego los padres pueden recordarles eso
cuando sea necesario. Por supuesto, es imposible ser nuestro mejor yo todo
el tiempo, pero es algo a lo que podemos aspirar.