martes, 24 de abril de 2018

¿Es saludable desarrollar una cierta dosis de culpa en los niños?












¿Es saludable desarrollar una cierta dosis de culpa en los niños?


La culpa puede ser un elemento complicado en la relación entre padres e hijos, podemos hacer que ellos se sientan culpables y luego nosotros sentirnos culpables por ello.

La culpa es una emoción interna, es lo que cada uno siente cuando sabe que hizo algo mal y ha causado un daño a otra persona.




La vergüenza es externa y es lo que se siente ante el juicio que otros emiten cuando se hace pública una transgresión.
La culpa o vergüenza son términos cargados negativamente, lo que realmente importa es el modo en que los adultos ayudan a los niños a reflexionar sobre sus errores con el fin de motivarlos a mejorar en ellos.

La culpa es parte del desarrollo normal del niño y una dosis apropiada de ella es bueno sin llegar a extremos de que el niño se sienta culpable en forma abrumadora o se juzgue duramente a sí mismo sintiéndose responsable de cosas que están fuera de su alcance como por ejemplo: el niño que se culpa por las peleas de sus padres o su divorcio o que se siente responsable por el sufrimiento de otras personas más allá de su control.


¿Cómo podemos los padres y educadores ayudar a que los niños desarrollen sentimientos morales y de conciencia sin cargarlos de sentimientos oscuros y fatalistas?

Desarrollando la culpa constructiva, es decir aquella que otorga al niño un sentimiento de empoderamiento, voluntad y determinación para hacer las cosas diferentes y siendo capaces de tomar conciencia de sus errores para enmendarlos.

Sentirse un poco mal por los errores, puede motivarlos para procurar no volver a cometerlos pero vivir mirando atrás sobre lo que han fallado o paralizarse  por ello no es productivo, sino doloroso y dañino.

Algunos niños son más propensos al pensamiento negativo y a culparse a sí mismos “no hago nada bien” “soy un torpe”.  Los padres y maestros hemos de ofrecerle estrategias concretas para motivarle a mejorar, evitando reforzar dichos pensamientos.

El mensaje que hemos de darle es que él decidió hacer algo que estuvo mal y por ende tiene ciertas consecuencias, ayudándoles a ser capaces de observar su propio comportamiento y sus relaciones interpersonales para comprender lo que sí es su responsabilidad, sopesando correctamente su conducta.

Lo relevante no debe ser que el niño se sienta culpable sino enseñarle a enfocarse en lo que está bien y lo que está mal y comportarse de acuerdo a esa distinción.  Cuando no lo hacen arreglarlo con honestidad y franqueza.

Fuente: https://www.nytimes.com/2017/11/27/well/family/a-healthy-dose-of-guilt.html (Fecha de consulta 01/12/2017)

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